sábado, 26 de agosto de 2017

11 FRASES QUE NUNCA DEBES DECIRTE A TI MISMO


Es probable que alguna vez te hayas planteado esta curiosa realidad. Y es que nunca dejamos de mantener un diálogo interno, a través del cual examinamos nuestro mundo interior y exterior.
Ese diálogo interno es el que nos permite integrar y dar sentido a los hechos que acontecen a nuestro alrededor, por lo que ya puedes imaginar la importancia que tiene este y lo determinante que es en nuestro estado afectivo y mental.
Así, aunque nos puede dar la sensación de que esos pensamientos vienen y se van, lo cierto es que se sucede una constante interacción entre ellos y cómo actuamos, cómo sentimos y cómo reacciona nuestro entorno.

Un diálogo interno saludable, una vida saludable


Las personas controlamos nuestro propio destino, sintiendo y actuando conforme a nuestros valores y creencias.
Las consecuencias emocionales que se activan a partir de esas creencias o pensamientos que surgen en nuestro diálogo interno nos adoctrinan de tal modo que pueden llegar a distorsionar nuestra realidad con potencia.
Algunas de las creencias y pensamientos que contaminan la forma que tenemos de hablarnos son: la necesidad de tener la aprobación de los demás a toda costa, lo terrible que es que las cosas no vayan como queremos o la creencia de que la felicidad puede lograrse por inercia o inacción.
Así, es frecuente que en nuestro diálogo interno pronunciemos algunas de lasfrases que nunca deberíamos decirnos:

1. “Debo tener éxito en todo lo que me proponga”
En esta vida no solo existen ganadores o perdedores. El pensamiento polarizado de todo o nada no es positivo ni sano para nosotros. De hecho, el fracaso en la base del éxito.
Recordemos, además, que descubrimientos tan importantes como las radiografíaso la penicilina fueron el resultado de una serie de equivocaciones.

2. “Si fallo en esto es que soy un inepto”
Volvemos a lo mismo: errar y fallar son acciones que conforman el éxito. No tiene sentido pensar “Si me equivoco, fracasaré”. Tienes que darte la oportunidad y otorgarte el derecho de hacerlo, pues es lo que te permitirá conseguir lo que te propongas.
3. “Si no obtengo la aceptación y aprobación de los demás no podré ser feliz”
Este tipo de creencias es de las más comunes. Es importante no sentirnos rechazados, pero ni es necesario ni es posible que todos nos acepten. Es una realidad con la que tenemos que vivir y que nos ayudará a aceptarnos a nosotros mismos.
4. “No puedo vivir sin ti. Te necesito para ser feliz”
Este tipo de pensamientos tienen su origen en una concepción errónea del amor y la entrega. El amor debe ser plural, diverso y desinteresado, por lo que se debe desligar de las necesidades.
Si amor y dependencia coexisten, se destruyen.
5. “No está de acuerdo conmigo porque no le gusto”
 “Los demás no me valoran porque no valgo para nada”. “Mi valía personal depende de lo que los demás piensen de mí”. Para la mayoría de nosotros, la crítica es sinónimo de rechazo.
Quizás esto se explica porque no somos buenos en construir críticas que aporten crecimiento y aspectos positivos. Por ello, las críticas infundadas deben ser cuestionadas desde un punto de vista racional.
Como Emerson dijo en una ocasión: “no me dejes caer en el vulgar error de soñar que soy perseguido cada vez que alguien me contradice”.
6. “No aguanto que los demás me digan lo que tengo que hacer”
Obviamente somos nosotros los que tenemos que asumir la responsabilidad de nuestras tareas, pero no por ello hemos de cegarnos a la hora de contemplar los consejos o valoraciones que vengan de otras personas.
Cooperar y colaborar no nos impide validarnos y favorecer nuestra identidad, sino que nos ayuda a ser mejores gracias a nuestro entorno.

7. “No soy lo suficientemente bueno”
“No puedo, no merece la pena intentarlo, no lo conseguiré”. Aquí cabe decirte que no te olvides de una premisa muy importante en tu vida: tanto si crees que puedes como si crees que no puedes, llegarás a tener razón.
Es decir, que querer es poder y que el primer paso para conseguirlo es intentarlo, una y otra vez.
Lo que crees te lleva a comportarte de tal manera que se acaba confirmando lo que tanto tememos, porque nosotros mismos lo provocamos. A esto se le llama profecía autocumplida.
8. “No hay que confiar en nadie, hay que mantenerse siempre en guardia”
Desconfiamos porque sabemos que el ser humano se equivoca, porque nosotros nos equivocamos, porque queremos protegernos de esos errores.
Probablemente la desconfianza específica tenga su sentido en determinado momento, pero hay que dejarla atrás cuando ya no es necesaria y solo nos perjudica. Si no tenemos esto en cuenta y nos cerramos a los demás, veremos perjudicado nuestro crecimiento.
9. “Soy mejor que los demás”
Nadie es más que nadie. De hecho, la humildad construye los cimientos de la decencia y la honorabilidad. Sentirnos superiores a los demás nos llevará a mantener una actitud prepotente y nada deseable.
Sócrates es conocido como uno de los hombres más sabios de la historia al que se le atribuye la frase de “yo solo sé que no sé nada”. ¿Contradictorio? Quizás no tanto. Conviene pensar sobre esto.
10. “Soy un inútil”
No existe la inutilidad. Es más, pensando así o que “no valemos para nada” solo lograremos desmotivarnos y dejar a un lado nuestras aspiraciones e intereses. 
11. “Ya no me quiere, me lo merezco”
Aquí lo correcto sería pensar que somos merecedores de lo mejor.
Sufrir cuando alguien se aleja de nosotros es inevitable pero, volviendo al razonamiento de antes, lo adecuado es que el verdadero amor esté dentro de nosotros.
Esto será lo único que nos ayude a dejar a un lado las necesidades afectivas insanas que se mezclan con el mágico sentimiento del amor.



En definitiva, todas aquellas frases que tienen un transfondo de este tipo o que podríamos traducir comenzando por “Debería de hacer”,  “debería de ser” o “tengo que ser” son negativas para nosotros.
Por ello podemos procurar evitar estos pensamientos de esta manera:
  • Aceptando solo como realidad aquellos hechos que pueden ser observados y comprobados. Que un día no nos salga bien algo no quiere decir que seamos inútiles. Es más, hacemos cientos de cosas en nuestra vida que prueban que no lo somos.
  • Aceptando como válidas sólo aquellas proposiciones que se deriven de forma lógica, sin contradicciones. Si nos permitimos contradicciones, frustraremos la valoración que hacemos de nuestro yo interno.
  • Siendo flexibles y estando dispuestos a cambiar las propias ideas y teorías en función de la nueva información. Las personas debemos adoptar un tipo de pensamiento flexible y tolerante que nos ayude a sentirnos mejor sin boicotearnos.
  • No es adecuado condenar o premiar algo en términos absolutos.
Cuando hacemos afirmaciones categóricas de “todo o nada” estamos restringiendo la diversidad de nuestro mundo totalmente; esto es, faltando a nuestra realidad.
Por ello es aconsejable evitar el uso de palabras como todo o nada, nadie o todos, siempre o nunca.

  • No es saludable juzgar en términos de esencia sino en términos de comportamiento. Lo adecuado es decir “estás despistado”, más que “eres despistado”.
  • Es importante contemplar nuestros pensamientos  y atribuciones desde unaperspectiva de probabilidad y no con certeza ciega. “Es probable que me cueste conseguirlo pero lo voy a intentar” es, sin duda, diferente a “no voy a conseguirlo, nunca podré hacerlo”.
Puedes darte cuenta de que estás distorsionando pero, sin embargo, no ser capaz de abandonar tu visión.
Intenta determinar qué factores influyen en lo que te ocurre, busca siempre interpretaciones alternativas incluso cuando estés muy seguro de lo que piensas, buscas soluciones, cuestiona la evidencia y contrasta tus predicciones con la realidad.
Si sientes que tus pensamientos te afectan en demasía y no puedes controlarlo, acude sin dudarlo a un psicólogo para que te aporte los recursos que necesitas.

¿QUE ES LA CODEPENDENCIA EMOCIONAL?

¿SABES QUÉ ES LA CODEPENDENCIA EMOCIONAL?

26/08/2017

La codependencia supone una adicción hacia la dependencia de otra persona, que puede darse tanto en relaciones de pareja, como dentro de la familia: por ejemplo, entre una madre y una hija. Así, con independencia del contexto, en las relaciones de dependencia muy marcada, la persona dependiente siente que necesita al otro, igual que necesita a su corazón, para seguir viviendo. Hablaríamos de una dependencia psicológica en la que está muy implicada la parte emocional.
En este sentido, la dependencia va más allá del mero deseo de estar al lado de alguien. Tiene que ver con pensar que el otro es imprescindible o insustituible para sentirnos bien: su presencia es una condición necesaria para que esto suceda. Se trata de una necesidad que debe ser satisfecha en cualquier camino, por particular y específico que sea, que conduzca a la felicidad.
En otras ocasiones, lo que ocurre es que no solo es un miembro de la pareja el que se encuentra apegado al otro, sino que son ambos los que dependen, solo que de diferente forma. Entramos, en este sentido, en lo que viene a denominarse como codependencia emocional. Lo que ocurre en una relación codependiente es que existe un miembro dependiente cuya felicidad depende, en última instancia, de que su pareja esté a su lado y no le abandone. Por otro lado, el otro miembro de la pareja, es dependiente también, pero a la propia dependencia de su pareja.

¿Codependencia o altruismo?

Para entendernos mejor, la persona dependiente necesita a su pareja y la codependiente necesita proteger, cuidar, ayudar y preocuparse por el bienestar de su pareja. Es cierto que emprender acciones de cuidado hacia la pareja es sumamente necesario para mantener la relación a flote, pero siempre y cuando se hagan de forma altruista, por amor hacia esa persona y no para alimentar una dependencia subyacente.
Es como si velar por la seguridad del otro, protegerlo de forma excesiva o cuidarlo como si no tuviera recursos para hacerlo empoderase de alguna manera a la parejacodependiente y reforzara su autoestima. Además, esta forma de actuar es el agua que apaga la sed del dependiente, por lo que las piezas del puzzle terminan encajando a la perfección y generando que la dependencia sea reforzada con frecuencia.
¿Cuál es el resultado último de esta dinámica? La pareja codependiente no experimenta nunca una relación sana y satisfactoria, sino que el sufrimiento y la sensación de vacío dentro de la relación se hacen protagonistas. En el caso poco frecuente de que la relación se mantenga en el tiempo, ambos han de soportar un malestar tremendamente intenso, ya que acaban perdiendo hasta su propia identidad.



Síntomas y características de la codependencia emocional

Aunque la persona protectora pueda parecer fuerte, lo cierto es que no es así. En realidad, en las conductas de cuidado a la pareja encuentra halla la única forma de cuidar de su autoestima. Así, si quieres conocer más detenidamente los síntomas de la codependencia emocional, sigue leyendo:
La autoestima brilla por su ausencia
Como decíamos antes, las personas codependientes suelen contar con una baja autoestima que intentan suplir con la sensación de utilidad que le puede repercutir saberse valiosa para otros, en este caso para su pareja.
En muchos casos, esta carencia se origina a un patrón de apego ansioso que empezó a formarse en la infancia, en la relación que estableció con sus principales figuras de referencia. En este sentido, es fácil que solo la premiaran cuando hacía lago por ellas; a partir de ahí es cómo aprendió que su valor solo dependía de lo que fuese capaz de aportar a los demás.
Buscan controlar a la otra persona
Como su autoestima depende de que el otro les necesite, tienden a usar la manipulación y el control como una manera de que “su víctima” no se escape. Es decir, para sentirse valiosos y útiles necesitan que la otra persona siga manteniendo sus comportamientos dependientes y esto solo pueden asegurarlo controlando a la pareja.
Otra estrategia común para conseguir mantener la dependencia del otro pasa por minar su autoestima. Sí, hacer que el otro se sienta inválido o inútil, de manera que necesite que alguien acuda al rescate. Es entonces cuando aparece ella, aparentemente de manera desinteresada y sacrificándose.
Temen la independencia del otro
En el momento en el que se percatan de que la otra persona ha emprendido alguna acción más independiente, como tomar una decisión en solitario, entran en pánico e intentan restablecer esta situación. Por ello, no es raro que abandonen lo que estén haciendo en aras de ayudar a la otra persona y seguir manteniendo su posición superior de protector del otro.
Se obsesionan con la pareja
En sus cabezas, la pareja es un foco de constante supervisión. De esta forma, se vuelven obsesivos, acaban perdiéndose a sí mismos y creen que facilitar la vida de su pareja es la única misión de la que pueden obtener bienestar. Además, si cometen algún error en este sentido, difícilmente se lo perdonan y la frustración les inunda.
Tienen demasiada necesidad de aprobación
La aprobación de los demás es un refuerzo universal y en muchos casos una fuente de información válida para evaluar nuestro desempeño, pero cuando depositamos toda nuestra autoestima en el juicio que puedan emitir los demás tenemos un problema. En este sentido, las personas codependientes tienen una gran necesidad de aprobación que intentan cubrir sin que muchas veces importe la forma. ¿Y quién mejor para dar una probación inmediata que la persona dependiente?
Se sienten responsables de las emociones del otro
Aunque sabemos que las emociones ajenas no nos pertenecen, muchas veces podemos sentirnos responsables de cómo se sienten los demás. No es raro, nos han educado en este sentido. “No hagas que papá se enfade”, “Si lo haces, mamá se pondrá triste”.
Sin embargo, este pensamiento está mucho más marcado en las personas codependientes: creen que el otro está bien o mal en función de cómo ellas hayan actuado. Así, en muchas ocasiones terminan cargando con responsabilidades que no les corresponden o con la culpa por algo que nunca ha estado en sus manos.
Suelen reprochar a la pareja
Por un lado, necesitan sentirse útiles ayudando a su pareja u otra persona de su entorno que es dependiente de ellos. Sin embargo, en el momento en el que esta hace algo que contradice este patrón, tienden a echarlo en cara o reprocharlo como una estrategia para hacer que el otro se sienta mal y cambie su comportamiento. Son usuales en este sentido, expresiones del tipo: “Con todo lo que hago por ti y así me lo pagas”, “Tú no sabes lo que me sacrifico por ti”, “Lo he dejado todo por hacerte feliz”, etc.
¿Identificado con alguna de las partes? Aunque puede sorprendernos esta forma de actuar en la pareja, es más común de lo que podamos imaginar. Por lo tanto, si te has sentido identificado, analiza qué es lo que está fallando, dale una oportunidad a tu autoestima y atrévete a experimentar una relación sana.