lunes, 27 de noviembre de 2017

ES AMOR O DEPENDENCIA??



Muchas personas tienen la sensación, una vez formada una pareja, de “olvidarse de sí mismas”. En ocasiones, también aparece esta sensación una vez que la pareja se ha roto y la persona ha de reorganizar su vida sin el otro.

Con la expresión “me olvidé de mi, de mis proyectos, necesidades, amistades,…” quieren decir que dejan de verse con sus amigos, familiares, que dejan de reservarse un tiempo para ellas mismas de autocuidados, abandonan actividades placenteras, dejan de involucrarse en su carrera profesional, etc.

Todo ello no lo apartan de sus vidas porque les haya dejado de gustar o satisfacer personalmente, si no porque en muchas ocasiones aparece dentro de la relación (en ambas personas o solo en una) la sensación de ansiedad ante la separación temporal de la pareja, que de alguna forma casi obliga a quien la padece a buscar permanente y compulsivamente a la otra persona para así compartir cada momento.

Sucede entonces que se coloca a la pareja en el centro de la propia vida, como si esta empezase y terminase en la otra persona. Esta dinámica relacional se ve reflejada y reforzada por la ideología del amor romántico, entendiendo que el echo de estar en pareja conlleva sentir esta ansiedad de separación. Algunas frases que reflejan el sentido de esta dinámica relacional son: “Sin ti no puedo vivir”, “Necesito verte a todas horas si no no soy feliz”.


Por este ideal del amor romántico, es común confundir la sensación de estar enamorado/a con la angustia que se puede sentir al separarse de la otra persona. Sentir amor por alguien, echarle de menos cuando no estamos cerca, necesariamente no ha de equipararse a dejar de hacer actividades o tareas que enriquezcan el área personal para estar con la otra persona, con la única motivación de calmar esta ansiedad que nace de la separación.

Muchas personas se encuentran con que no sienten esta necesidad de permanecer en todo momento junto al otro, y erróneamente ello puede interpretarse como que la persona no está enamorada realmente ya que mantiene su autonomía y espacio personal.

Aparecen aquí inseguridades y desencuentros dentro de la pareja, ya que no comparten la misma idea de lo que significa estar enamorado/a y estar en pareja. Las consecuencias de esta dinámica relacional basada en la ansiedad que genera la separación son variadas:

• Se produce una pérdida de la autonomía personal.

• Los límites personales de cada miembro de la pareja se vuelven confusos. Cuando una de las persona se “olvida de si misma” comienza a no tener presente sus necesidades, llegando incluso a olvidarse de ellas o no sentirlas. Ocurriendo entonces que las necesidades del otro pasan a ser las propias.

• Esto último se relaciona también con otra de las consecuencias, la pérdida de identidad. Al “perderse en el otro” se desdibuja la propia identidad, perdiendo el sentido de la misma y la noción de quién es uno/a mismo/a.

• Al refugiarse en la pareja y crear una especie de isla, ocurre que la persona se queda sin la oportunidad de mantener sus relaciones sociales y familiares, perdiendo así una gran fuente de recursos sociales y apoyo social. Lo que puede provocar sentimientos de soledad, que paradójicamente, provocan que la persona se funda más en su relación de pareja.

• La persona puede experimentar baja autoestima ya que le faltan elementos significativos en su vida, que ha ido perdiendo o ha dejado de desarrollar.

• También pueden aparecer síntomas psicológicos como ansiedad, ataques de pánico, depresión y estrés entre otros.

Por todo ello lo ideal es hallar el equilibrio. Permitirse disfrutar de la compañía de la otra persona a la vez que no se deja de disfrutar de las propias necesidades, capacidades, habilidades, intereses, relaciones, etc.

Es importante y saludable por ello preguntarse en función de qué motivaciones emocionales organizamos nuestro tiempo, qué lugar ocupa la pareja en nuestra vida, qué lugar ocupan  el resto de relaciones, proyectos laborales, personales, etc.


CONSEJOS PARA TENER UNA DIA DE FELICIDAD Y MOTIVACION



Cuando éramos pequeños todo parecía ser mucho más fácil y divertido. Sin embargo, conforme crecemos, nuestro rumbo por la vida hace que olvidemos nuestros sueños.

Con el tiempo, nos programamos y caemos en el círculo vicioso de la comodidad.

De esta manera nos hacemos esclavos de la rutina. Perdemos de vista aquello que es para nosotros importante para alcanzar una vida llena de felicidad y satisfacción.

Matthieu Ricard, el hombre más feliz del mundo, define a la felicidad como la “sensación profunda de serenidad y plenitud”.

Ricard afirma que cualquier persona puede encontrar la verdadera felicidad, a la que se llega por medio de la sabiduría, altruismo, compasión, dejando de lado las “toxinas mentales”, es decir, el odio, la codicia y la ignorancia.

De igual manera, el Dalai Lama en “El libro de la alegría”, argumenta que los seres humanos mismos crean las condiciones que socavan la alegría y la felicidad debido a las tendencias negativas de la mente, a la reactividad emocional o a la incapacidad para apreciar y usar los recursos internos.

Por otra parte, así como el ser humano cuenta con el poder para alimentar el sufrimiento propio, también tiene la capacidad de generar más alegría.


Según el Dalai Lama, la clave de la felicidad se encuentra en la gestión interna, que incluye las actitudes y reacciones que tomemos y apliquemos en la vida diaria.

Asimismo, un elemento fundamental para alcanzar nuestras metas para ser felices es la motivación. 

Ricard, mencionado anteriormente, sostiene que el ser humano tiene la habilidad para sugestionarse a sí mismo para sentir alegría, gozo y felicidad cuando lo desee.

No obstante, si nuestro objetivo es altruista o sincero, será mucho más probable el disfrutar con pasión de lo que se hace día a día y además contagiar esa actitud a las demás personas.

Michael Fordyce fue uno de los pioneros de la Psicología Positiva; es decir, de los métodos y actividades que tengan como objetivo cultivar sentimientos, comportamientos y cogniciones positivos.

Fue el creador de un programa llamado “14 principios básicos de la felicidad”.

Dicho programa tiene como objetivo hacer que las personas apliquen cada uno de los principios característicos de las personas felices, para que ellas también puedan serlo.

Estas 14 condiciones son las siguientes:

  • Estar más activo y mantenerse ocupado
  • Socializar durante más tiempo
  • Ser productivo en algún trabajo significativo
  • Ser organizado y planificar
  • Evitar preocuparse
  • Disminuir aspiraciones y expectativas
  • Desarrollar pensamiento optimista y positivo
  • Vivir en el presente
  • Trabajar en una personalidad saludable
  • Fomentar una personalidad extrovertida y sociable
  • Ser uno mismo
  • Eliminar sentimientos negativos y problemas
  • Las relaciones cercanas son el número de recursos de la felicidad
  • Valorar la felicidad
Las emociones negativas serán siempre inevitables en la vida puesto que estaremos expuestos a la pérdida, a los errores y fracasos.

No obstante, la felicidad no es únicamente la ausencia de sufrimiento, sino que depende del equilibrio de las emociones positivas y negativas.


Por lo tanto, al aceptar las experiencias dolorosas se fortalece el autocontrol y la flexibilidad psicológica que servirá para seguir creciendo a pesar de las tragedias.

En conclusión, alcanzar la motivación y alegría que nos llevan hacia la felicidad requiere de voluntad, esfuerzo y trabajo. Sin embargo, vivir con alegría significa vivir más y justo por esa razón vale la pena trabajar en ello.


domingo, 19 de noviembre de 2017

LA COMUNICACION EN LAS ORGANIZACIONES



La Comunicación es el intercambio de ideas, pensamientos y sentimientos entre dos o más personas. Es un proceso bilateral, un circuito en el cual interactúan y se interrelacionan dos o más personas a través de un conjunto de signos o símbolos convencionales, por ambos conocidos.
Hay dos términos que indiscriminadamente utilizamos muchas veces como sinónimos, pero que no lo son, pues su significado es muy distinto, estos términos son: Información y Comunicación:

Informar.- Es transmitir ideas en un sólo sentido, es decir, de manera unilateral. El emisor transmite un mensaje al receptor, sin esperar reacción o respuesta.
Comunicarse.- Es un proceso mediante el cual dos personas se ponen en contacto, intercambiando ideas, de una manera bilateral. El emisor transmite el mensaje al receptor y recibe su respuesta, en un intercambio constante de papeles, cada uno adopta el papel de emisor cuando se expresa y el de receptor cuando recibe la respuesta de su interlocutor.

La comunicación es una doble vía, por la que se transita en ambas direcciones. Es una danza entre el hablar y el escuchar. Implica la transferencia de la información y la comprensión resultante entre dos  o más personas. Es una manera de entrar en contacto con los demás, sin la comunicación no existirían las relaciones humanas.
Es a través de la comunicación que conocemos a las demás personas, sus ideas, sus sentimientos, sus valores, hechos y pensamientos. La comunicación es el puente de significado entre los seres humanos, que les permite comprenderse y compartir lo que son, lo que sienten y lo que saben. Al utilizar ese puente existe un acercamiento que permite a la gente superar cualquier cosa que los separe.
Es a través de la comunicación que coordinamos acciones con otros. La comunicación no se da en el momento que mandamos información, sino cuando ésta ya ha sido recibida, interpretada y comprendida. La comunicación es lo que el receptor entiende, no lo que el emisor dice.
Las organizaciones no pueden existir sin comunicación, porque se requiere para acordar el trabajo que se va a realizar y para intercambiar instrucciones que permitan realizar lo correcto para el logro de metas y objetivos. Hablamos de empresa como una red de compromisos y conversaciones.
Los dirigentes y administradores requieren de la comunicación para coordinar el trabajo de sus subalternos. La cooperación entre los integrantes de un grupo de trabajo, tiene como base la comunicación, sin ella sería imposible, porque la gente no podría dar a conocer sus necesidades y obtener la comprensión y el apoyo de los demás.
La toma de decisiones en grupo, requiere de manera indispensable de la comunicación, sin ella no sería factible el intercambio y la aportación de ideas, opiniones y sugerencias, que lleven a una buena decisión con la que todos se sientan comprometidos.
Cuando la comunicación es eficaz, es más probable que se logre la calidad y productividad, ya que una buena comunicación tiende a alentar el buen desempeño y promueve la satisfacción de los trabajadores.

Las actitudes que favorecen la Comunicación:

Cuando interactuamos con los demás, necesitamos en primer lugar tener actitudes que favorezcan la comunicación, podemos abrir nuestros sentidos y disponernos a "escuchar" y responder en con la mejor o la más adecuada de las siguientes actitudes:
  • Actitud Valorativa.- Suele aconsejar o aportar respuestas en que se hace referencia a los valores y el deber, muchas veces se dan órdenes.
  • Actitud Interpretativa.- Trata de descubrir los verdaderos motivos de la conducta del interlocutor. A veces suele aclarar al que comunica lo que le pasa.
  • Actitud Exploratoria.- Adoptamos generalmente esta actitud, cuando necesitamos más datos para normar nuestro criterio y tener una idea más clara de lo que pasa o de lo que piensa o siente el otro.
  • Actitud Consoladora.- Produce respuestas tranquilizadoras, que tratan de reducir la angustia o el sufrimiento.
  • Actitud de Identificación.- No ofrece soluciones, pero es una presencia cálida que brinda seguridad y apoyo al otro, y le acompaña en sus preocupaciones o sufrimientos.
  • Actitud Comprensiva y Empática.- Trata de ponerse en el lugar del otro, no interpreta, no juzga, e intenta captar los sentimientos que hay detrás de las palabras del que nos habla. Busca leer entre líneas. 

Comunicación Efectiva en las Organizaciones

Un programa de éxito en las comunicaciones con los empleados se basa en el liderazgo del Director o Gerencia de una organización, quien debe estar comprometido filosófica y conductualmente con la idea de que la comunicación con los empleados es esencial para el logro de las metas institucionales. Si sus palabras y acciones van enfocadas a una mayor y mejor comunicación, su compromiso trascenderá al resto de la organización.
El compromiso deberá ser con una comunicación en ambos sentidos y no sólo unilateral y de manera descendente (como sucede en muchas organizaciones ineficaces), deberá tener un énfasis en la comunicación cara a cara pero apoyándose con acciones y con todos los elementos gráficos, escritos, audiovisuales y en general no verbales que se tengan a mano.
Cuando hay congruencia entre lo que se dice y lo que se hace, la credibilidad y confianza aumentan y son el escenario, el clima perfecto, para que la comunicación eficaz y efectiva se logre.


La Comunicación Cara a Cara

Siempre que sea posible, se deberá utilizar una comunicación directa, sincera, cara a cara con los empleados.
Esta forma de interacción permite ver a la persona y observar sus reacciones, permite combinar el lenguaje verbal con el no verbal, el cual proporciona una retroalimentación más auténtica.
Los gestos, los movimientos y postura corporal, el tono y las inflexiones de la voz, la distancia que se establece inconscientemente entre los interlocutores, aportan información sumamente valiosa a la interacción y confirman o contradicen la comunicación verbal.
Otra de las ventajas de la comunicación cara a cara es que permite la retroalimentación inmediata. Permite que se resuma y se obtengan conclusiones por ambas partes antes de finalizar la conversación, pero requiere de una buena disposición y habilidades para escuchar, comprender y emitir la acción subsecuente que sea necesaria.

Sugerencias para mejorar la Comunicación

  • Aprender a expresarse en forma apropiada, teniendo en cuenta a quien escucha.
  • Usar una voz cordial y amable.
  • Aceptar previamente el hecho de que no todos van a coincidir con lo que diga.
  • Darle a la otra parte la libertad de expresar honesta y razonablemente cualquier diferencia que tenga con lo que usted acaba de decir.
  • Aceptar las diferencias de opinión sin molestarse ni enojarse y sin desarrollar una actitud negativa hacia la otra parte.
  • Después de escuchar a la otra parte, medite sobre lo que dijo, no reaccione mecánicamente.
  • Ya sea que sus decisiones en el momento de la comunicación resulten correctas o incorrectas, aprenda a vivir con ellas y siga adelante.
  • Sea cual sea el tipo de lenguaje que utilice y el medio de comunicación empleado, procure ser simple, sencillo, claro y lo más concreto posible en lo que dice su mensaje, con el propósito de lograr ser comprensible.
  • Procure que sus expresiones sean cortas, porque entre más información se comunique es más difícil mantener al interlocutor atento e interesado.
  • Una técnica que se sugiere es usar un trozo breve de comunicación, apoyarse con ilustraciones (dibujos, ejemplos), repetir y repasar de nueva cuenta lo dicho.
  • Sea empático y piense "¿de que manera puede mi interlocutor entender mejor esto?" y busque ser explícito para él (no piense que para usted es fácil, ni dé por supuesto que el interlocutor es tan inteligente o más que usted, y que no tiene que ser tan claro), es mejor ajustarse usted a él y no pretender que él se ajuste a usted.
  • Escuche con efectividad, los expertos opinan que un ejecutivo pasa aproximadamente el 70 % del día en comunicación con sus empleados, clientes y demás, y más o menos el 45% implica escuchar a otros, y sin embargo, esto es en lo que más se falla.
  •  Uno de los principales fallos es pretender o fingir que se está prestando atención, cuando en realidad la mente divaga en otras cosas. La mayoría de las personas habla a un ritmo de 125 palabras por minuto. Sin embargo, el cerebro es capaz de manejar hasta cinco veces más esta cantidad. De ahí que cuando alguien habla más de unos cuantos minutos, el que escucha, a veces sin darse cuenta, empieza a divagar en otras cosas que ocupan su mente porque le interesan o le preocupan, volviendo sólo ocasionalmente al diálogo para enterarse someramente de lo que está diciendo el que habla.
¡HAGAMOS ALGO POR ENTENDERNOS Y COMPRENDERNOS MEJOR Y PODREMOS LOGRAR MEJORES RESULTADOS EN CONJUNTO!

TRABAJO EN EQUIPO, LA UNION QUE LLEVA AL EXITO




El trabajo en equipo se define como la unión de dos o más personas organizadas de una forma determinada, las cuales cooperan para lograr un fin común que es la ejecución de un proyecto.

Nace como una necesidad de tener relaciones con otras personas y de complementariedad para lograr retos que no se alcanzarían individualmente. Se origina también de la idea de agilizar y mejorar algunas condiciones que obstaculizan el desarrollo de tareas diarias y la consecución de objetivos en las organizaciones.

Cuando se trabaja en equipo, se aúnan las aptitudes de los miembros y se potencian sus esfuerzos, disminuye el tiempo invertido en las labores y aumenta la eficacia de los resultados.

Un grupo de personas se transforma en equipo en la medida en que alcanza cohesión. Para ello se han de crear lazos de atracción interpersonal, fijar una serie de normas que dirijan el comportamiento de todos miembros, donde la figura de un líder es fundamental, promover una buena comunicación entre el conjunto de integrantes, trabajar por el logro de los objetivos comunes y establecer relaciones positivas.

La cohesión de un equipo de trabajo se expresa a través del compañerismo y el sentido de pertenencia al grupo que manifiestan sus componentes. Cuanta más cohesión exista, mejor trabajarán sus miembros y más productivos serán los resultados de sus acciones.

Los roles del trabajo en equipo se pueden definir por tanto siguiendo el esquema de las ‘5c’:

  • Complementariedad
  • Comunicación
  • Coordinación
  • Confianza
  • Compromiso

Las empresas se replantean su forma de trabajar…

Hoy en día, lograr y mantener el éxito en las organizaciones requiere capacidades o talentos de muchos profesionales, no sólo de un empleado en particular, por ello, esta forma de trabajar basada en la cooperación de un conjunto de personas, en la que todos los participantes aportan conocimientos, forman un todo y son responsables de las metas comunes, es la más recurrida en cualquier tipo de empresa.

Se puede afirmar que es la mejor manera de fomentar un buen clima laboral ya que potencia la motivación de los empleados y, por ende, la retención del talento, uno de los mayores retos hoy en día en las organizaciones.

Por otra parte, la competitividad del panorama laboral actual, así como su dinamismo y flexibilidad, ha provocado que muchas empresas exitosas de todo el mundo hayan tenido que replantearse sus estrategias internas y formas de trabajo para permanecer en el mercado.

Las empresas han descubierto que a través del trabajo grupal se consiguen mejores resultados, más rápida y eficazmente, por tanto, la implantación de equipos de trabajo es un hecho.

Saber trabajar en equipo está muy solicitado

Las empresas, valoran cada vez más, además de la formación de los candidatos o que sean expertos en un determinado campo, otros aspectos imprescindibles para ser competitivos y ofrecer un servicio que tenga un valor añadido. A nivel de un auxiliar o a nivel de un responsable buscan implicación, proactividad, liderazgo y buena gestión de equipos.

Frases como “se valorarán competencias de buen trabajo en equipo” se incluyen dentro de los conocimientos exigidos, se habla de “incorporación al equipo” en la mayoría de puestos ofertados, es decir, es un requisito requerido para la incorporación al mundo laboral.

Según los datos recogidos en el estudio Randstad Workmonitor, somos conscientes de la importancia del trabajo en equipo y del aumento de rendimiento que éste produce, pero también, detectamos la necesidad de que se fomente dentro de las organizaciones.

“El espíritu de equipo es lo que da a muchas empresas una ventaja sobre sus competidores”, manifestaba George Clements.

Pero y tú, ¿consideras esta modalidad de trabajo productiva?


10 CLAVES DEL TRABAJO EN EQUIPO



Si una persona tarda una hora en realizar una tarea, ¿cuánto tardarían dos? La respuesta matemática sería: “30 minutos”. Pero cuando se trabaja en equipo, los esfuerzos de los miembros se potencian, disminuyendo el tiempo de acción y aumentando la eficacia de los resultados.


Esta forma de trabajar, en la que todos los participantes son responsables de las metas, es la más asertiva para cualquier tipo de organización. Esto no sólo porque es más fácil cumplir con los objetivos; sino también porque es la mejor manera de retener talento y fomentar un clima laboral envidiable. Por ejemplo, Richard Branson, creador del imperio Virgin, siempre habla de “nosotros” en sus posts y comunicados; como gran líder sabe que dos cabezas piensan mejor que una


No importa el giro ni el tamaño de tu empresa, puedes implementar esta estrategia exitosamente. A continuación te comparto algunos consejos para dejar de operar en grupos o por individuos y empezar a crear equipos que funcionen como una orquesta:


1. Construye confianza. La confianza es el elemento principal del trabajo en equipo. Impulsa un ambiente donde todos los participantes conozcan las habilidades de los demás, entiendan sus roles y sepan cómo ayudarse mutuamente


2. Establece objetivos comunes. Para que tus empleados trabajen en equipo deben perseguir las mismas metas. Por ello, es importante que comuniques la misión de la empresa de manera uniforme y que definas cómo cada miembro y departamento puede contribuir a cumplirla


3. Crea un sentido de pertenencia. Los seres humanos necesitamos sentirnos parte de algo; por eso, el factor más poderoso en la creación de equipos es el desarrollo de una identidad común. Define qué identifica a tus equipos, fija valores y haz que cada miembro esté conciente de su impacto en el equipo


4. Involucra a tu gente en las decisiones. Nada afecta más un trabajo en equipo que el hecho de que las decisiones sean tomadas por un líder autócrata. Para evitarlo, impulsa la generación de ideas, abre tu mente y motiva a cada empleado a compartir su opinión. Si tienes esta retroalimentación, será más fácil implementar cualquier cambio o estrategia.




5. Haz que haya un entendimiento entre las partes. Es muy fácil criticar o subestimar el trabajo de los demás cuando uno no lo conoce o no lo ha ejecutado. Para crear empatía entre tus trabajadores, realiza ejercicios de rotación entre áreas. Así cada miembro sabrá en qué consiste la labor del otro y cómo puede contribuir a hacerlo mejor.


6. Motiva la responsabilidad y el compromiso mutuo. Cuando una persona es parte de un equipo, sabe que los logros o fracasos son responsabilidad de todos y cada uno de los miembros. No fomentes la mentalidad de “éste no es mi problema”; haz que los problemas y los aciertos sean compartidos


7. Impulsa la comunicación. La única manera de que todos los miembros trabajen como una orquesta es que existan los canales de comunicación adecuados. Los verdaderos equipos se escuchan y retroalimentan. Están dispuestos a cambiar de opinión y a crear estrategias en conjunto.


8. Aprovecha la diversidad. Un equipo de trabajo homogéneo puede operar con eficiencia pero sin mucha innovación. Al momento de crear tus equipos procura que haya personalidades e intereses distintos, pero que se compartan valores y un compromiso con la empresa


9. Celebra los éxitos grupales. Aunque es importante también reconocer el trabajo individual, es clave que las recompensas se den por resultados en equipo. Cuando algo sale bien, reúne a todos los implicados y agradéceles su trabajo. Procura destacar el papel de cada uno, pero celebrar el resultado grupal


10. Sé un líder. Todo equipo de trabajo necesita un líder que guíe y reúna los esfuerzos individuales. No te “laves las manos” y sé parte del equipo. Como líder tendrás que llegar a consensos y tomar decisiones, con base en las ideas y opiniones de tu equipo.



CREENCIA ERRONEA DE LA CUAL TE DEBES DESHACER


A lo largo de nuestro aprendizaje vital, nuestro sistema de creencias se va desarrollando.

Una creencia puede ser definida como un pensamiento que se ha instalado en la manera de pensar del individuo de manera sólida, y que puede determinar su conducta y sus emociones.

De hecho, Albert Ellis, creador de la Terapia Racional Emotiva y propulsor de la Psicología Cognitiva, defendía en su teoría que no son los acontecimientos los que generan los estados emocionales sino la manera de interpretar los acontecimientos. De esa interpretación nacen las creencias, y de esas creencias nacen hábitos.

Por ejemplo: si mis padres le han dado una importancia excesiva al dinero, puedo adquirir la creencia de que el dinero da la felicidad y quizá me esfuerce mucho en mi vida por obtener más y más dinero o quizá caiga en un estado crónico de apatía y desesperanza porque me veo sin mucho dinero y sin posibilidades de conseguirlo. O: si una vez me rompieron el corazón, puedo adquirir la creencia de que los hombres o las mujeres son personas egoístas y que el amor no existe, y no volveré a confiar en una persona.

Albert Ellis estableció una clasificación de 11 creencias irracionales y disfuncionales, es decir, no son válidas desde un punto de vista racional ni tampoco útiles, ya que generan conductas ineficaces y/o estados del ánimo negativos. Usando los dos ejemplos anteriores: no es razonable que el dinero dé la felicidad ya que la felicidad no es una "cosa" que se consigue y hay muchísimos más elementos (que no se compran con dinero) que nos aportan felicidad, y no todos los hombres ni mujeres son completamente egoístas ni es cierto que no exista el amor (la ciencia ha demostrado que sí). Las conductas que se desprenden de estas creencias son disfuncionales porque pueden llevarnos a convertirnos en work-alcoholics (adictos al trabajo) o en personas que no se hacen responsables de sus vidas o en parejas sumamente celosas.

De las 11 creencias que estableció Ellis quiero hablar en este post de una que, si no la más perjudicial, es una de las que más daño puede hacernos:

"Si existe la posibilidad de que algo malo pase,
debo preocuparme mucho por ello".



Creo que ésta es una preocupación dominante en la manera de pensar de hoy día, y el origen de mucho estrés autogenerado (preocupaciones, rumiaciones, anticipaciones), y por ende de muchos problemas de ansiedad, depresión, y otros como puede ser la hipocondría (aunque en realidad ésta es un trastorno de ansiedad).

Pensémoslo bien (de hecho pensar bien es una herramienta poderosísima a favor de la felicidad, así que te animo a hacerlo muchísimo): siempre existe la posibilidad de que algo malo pase, así que si seguimos la lógica del pensamiento: ¡siempre estaré muy preocupado!

Por otro lado, preocuparme ni aumenta ni disminuye las probabilidades de que lo malo pase. Lo que incide directamente sobre el problema o amenaza, resolviéndolo o evitando que ocurra, son nuestras decisiones, planificaciones y acciones, no nuestros pensamientos. Lo que sucede es que que hay muchos problemas o amenazas sobre los que no podemos ni decidir, ni planificar ni actuar porque están fuera de nuestro margen de maniobra o porque ni siquiera han sucedido. Y la mente rumiante es la mente tratando de controlar algo que no controla.

Pero no lo consigue, y no sólo no lo consigue sino que además, provoca un efecto negativo en nuestro estado de ánimo y por ende en nuestra salud mental, emocional (y en muchas ocasiones física, cuando psicosomatizamos). Es decir que: nuestras preocupaciones no provocan un impacto real sobre el problema o amenaza, ni resolviéndolo ni evitándola, ¡pero sí provocan un impacto negativo real sobre nuestra salud!

Creo, por todo ello, que es más que necesario que desactivemos esa falsa creencia de que preocuparnos mucho es un arma para solucionar los problemas o evitar las amenazas, ¡es un arma contra nosotros mismos!

Cómo la desactivamos:

1. Por supuesto que siempre existe la posibilidad de que algo malo pase: de que suspendas el examen, te echen del trabajo, tu pareja te deje o contraigas una enfermedad. Pero también siempre existe la posibilidad de todo lo contrario: de que saques una buena nota si estudias lo suficiente, de que te asciendan si te esfuerzas, de que la relación con tu pareja sea larga y significativa si trabajáis para que así sea, y de que tengas la salud y fortaleza de un roble si te cuidas.

2. PERO, en el caso de que efectivamente lo malo pasase, y puede pasar, estoy convencido de que no es peor que estar constantemente preocupado. Porque si suspendes el examen puedes repetir convocatoria, si te echan del trabajo puedes encontrar un trabajo mejor, si tu pareja te deja puedes disfrutar enormemente de tu vida de soltería, y si contraes una enfermedad puedes curarte o ser feliz con tu enfermedad como consigue hacer muchísima gente enferma. Es decir: nos recuperamos de la adversidad (de lo malo), pero de la preocupación obsesiva...

De eso, no se recupera uno nunca.

Así que desactiva esa creencia...

... y sustitúyela por esta otra:

Si va bien, bien,
y si va mal, no pasa nada, lo superaré.

CUANDO NOS COMEMOS NUESTRAS EMOCIONES



No solo comemos comida. En ocasiones, también comemos nuestras emociones. Las ingerimos de una manera compulsiva en un arrebato por expresar algo que tenemos reprimido.

Es una lástima que desde pequeños, en vez de enseñarnos a expresar lo que sentimos, nos inciten a guardárnoslo bien adentro.

Así dejamos de llorar, nos avergonzamos de sentir tristeza y la rabia la manifestamos con quien menos se lo merece, porque no sabemos ser asertivos y decir lo que en verdad sentimos.

¿Comes porque tienes hambre o para saciar emociones?

En ocasiones, nos comemos nuestras emociones cuando vamos a la cocina sin tener hambre para ingerir lo primero que nos encontramos (la mayoría de las veces, muy poco sano).

Es una manera de cubrir un vacío emocional que nos acecha.

En vez de mirarlo, lo evitamos, haciendo lo que inconscientemente creemos que tenemos que hacer porque tenemos hambre cuando, en realidad, esa hambre es emocional. 

Los trastornos por atracón son un tipo de enfermedad que afecta a muchas personas que ingieren compulsivamente comida hasta que ya no pueden más.

No es que tengan hambre, tampoco que sean grandes devoradores de comida. En su interior sienten una gran tristeza que intentan tapar con excesivas cantidades de alimentos.

¿Te suena lo de experimentar una ruptura amorosa y hartarnos a  comer helado? Esto que tantas veces se ve en las películas es algo que, en ocasiones, también sucede en la vida real.

La causa la tiene la ansiedad. La ansiedad de haber perdido a una pareja y quedarnos solos, la ansiedad de perder un trabajo o a un ser querido…

Hemos perdido algo, el vacío se apodera de nosotros y la manera (equivocada) de solucionar esto es comiendo, aun sin tener hambre de verdad.


¿De qué maneras nos comemos nuestras emociones?

Si deseamos identificar el tipo de emoción que nos está acechando y que no estamos sabiendo liberar de la manera correcta tenemos que fijarnos en nuestra forma de comer.

  • Estrés: Comemos muy rápido, sin saborear.
  • Miedo: La cocina y sus alimentos se convierten en nuestro “refugio”.
  • Culpa: Comemos más de lo que necesitamos y, como consecuencia, engordamos.
  • Tristeza: Siempre vamos a por algo dulce o “comida basura”.
  • Vacío: Comemos compulsivamente para sentir placer y sentirnos saciados.

¿Has logrado identificar la manera en la que comes? Tenemos que ser muy honestos con nosotros mismos y no intentar autoengañarnos. Solo de esa manera podremos saber qué nos está pasando.



No nos olvidemos de que la comida es un escape. A través de ella intentamos lidiar con unas emociones que pugnan por salir de nosotros y ser solucionadas.

¿Por qué deseamos sentirnos culpables? ¿Qué nos da tanto miedo? ¿Por qué nos estamos sintiendo vacíos? La respuesta a estas preguntas será la clave para liberar todas esas emociones.

Cuando comemos nuestras emociones buscamos un bálsamo para nuestro dolor, sin embargo, nos estamos haciendo mucho más daño comiendo lo que no debemos, en la cantidad inadecuada y sin tener realmente hambre.

No te quedes nada para ti

Cuando nos comemos nuestras emociones las estamos reprimiendo. Puede ser porque no sepamos cómo expresarlas, porque tenemos miedo a hacerlo o porque las estamos reprimiendo.

Lo importante es empezar a ser conscientes de que nos estamos refugiando en la comida para evitar gestionar una emoción que está en nosotros y que, por mucho que la esquivemos, seguirá ahí.

No tenemos por qué quedarnos con nada dentro de nosotros.

Quizás haya que mirar hacia la infancia para descubrir alguna herida que nos haya hecho sentirnos culpables de lo que no somos o albergar una tristeza porque tenemos vergüenza de expresarla y aceptarla.

Es necesario que aprendamos a vernos y analizar lo que sentimos para así gestionar nuestras emociones de una manera mucho más saludable.

¿Siento rabia? ¿Siento culpa? Pues me permito expresarlo, que salga de una manera adecuada sin hacer daño a nadie.

Las emociones vienen, pero después se van. Si no hacen esto, si perduran, pueden enquistarse. Es entonces cuando nos comemos nuestras emociones.