jueves, 16 de noviembre de 2017

¿HASTA QUE PUNTO EL COMPROMISO DE PAREJA RESTA LIBERTAD?



En la actualidad hay una corriente que “pasa” del compromiso de pareja, bien porque los que la amparan no saben desenvolverse en él o bien porque tienen la sensación de que este compromiso no merece la libertad que pueda restar. Hubo un punto de la historia, más o menos en la década del 70, en el que, para diferentes culturas y sociedades, el matrimonio cayó en gran desprestigio. Esta fue una época de numerosos divorcios, coincidiendo con el ascenso de la mujer en todas las esferas de la sociedad.
Desde entonces se instauró una clara tendencia a favor del “amor libre”. Se daba por sentado que el compromiso y su formalización restaban libertad al vínculo. Todos querían dejar una puerta abierta para salir sin problema en caso de que las cosas no funcionaran.
Esta tendencia se intensificó en las décadas siguientes. No solo se desprestigió el matrimonio como tal, sino que las relaciones de pareja también comenzaron a verse como un freno a la libertad. El noviazgo empezó a caer en desuso. En su lugar, aparecieron otras formas de relación, como la de los “amigos con derechos” o lo que en algunos sitios se llama “tinieblos”: gente que se busca exclusivamente para tener sexo.
Es necesario anotar que también durante todas estas décadas, ni el matrimonio, ni el noviazgo formal han desaparecido completamente. Hay un sector “un poco más conservador”, que sigue manteniendo esas alternativas dentro de su baraja de opciones.

El compromiso de pareja y la libertad

Se ha extendido la idea de que todo compromiso afectivo resta libertad. Esta afirmación es básicamente cierta, pero es necesario matizarla. Pareciera que se parte de la idea de que somos seres plenamente libres, hasta que un compromiso af llega y nos encadena. Todos sabemos que esto no es cierto.
El solo hecho de vivir en sociedad nos resta libertad. No podemos ir por ahí haciendo lo que se nos ocurra, porque eso resquebrajaría los lazos sociales. Si me gusta el automóvil de mi vecino, no puedo simplemente tomarlo e irme conduciendo por un camino arbolado. Tampoco vivimos del aire y eso nos impone una serie de restricciones: debemos ganar el pan con el sudor de la frente. O depender de alguien que lo gane así.
En el plano afectivo las cosas no son muy diferentes. Todo vínculo de amor o de odio nos impone límites. No podemos evitar que nuestra madre ame a alguien, además de a nosotros. Nos vemos obligados a “ganar” la buena voluntad de nuestros compañeros y jefes. Ceder en muchas oportunidades y aguantar indiferencias o desplantes. La libertad, entonces, no tiene el significado de ausencia de deberes en los seres humanos. Más bien, implica un margen de acción, pese a las restricciones con las que todos vivimos.
De vez en cuando añoramos a ese buen salvaje que hacía espontáneamente cualquier cosa que se le viniera la cabeza. Nos resistimos a aceptar el hecho de que formar parte de una cultura nos impone restricciones. Podemos ver en las necesidades y en las demandas del otro una situación latosa de la que hay que desprenderse rápidamente.


El compromiso de pareja

Lo que en otros terrenos nos parece normal, en el campo de la pareja nos resulta insufrible. Las limitaciones que nos genera una relación de pareja en muchos casos se perciben como insostenibles. No queremos exigencias… ni tampoco que nos pidan explicaciones por lo que hacemos. Tampoco nos interesa presenciar escenas de celos ni restricciones para salir con quien nos parezca.
Lo que se entiende como libertad, en el campo de la pareja, es, sobre todo, libertad para tener varias parejas a la vez. También para no hacernos responsables de las emociones del otro. Estar atentos a las necesidades afectivas de una pareja es algo que se puede llegar a percibir como una carga que la muchos no quiere llevar.
No son pocos los que piensan que compromiso y libertad son dos términos que se excluyen cuando hablamos de pareja. Sin embargo, en ese mismo mundo en donde, aparentemente, nadie quiere un compromiso de pareja, surgen algunas paradojas.
Una de ellas viene representada por un dato: la pregunta más buscada en Google, en todo el planeta, es “¿cómo encontrar pareja?” Quizás lo que muchos buscan es sentirse amados, sin el compromiso que implica amar. O sentirse acompañados, sin los deberes implícitos que pueden formarse dentro de una relación.
La soledad también impone férreas restricciones. Incluso es posible llegar a esclavizarnos de nosotros mismos. Pareciera que hay quienes desean amar para siempre con la lógica del adolescente: mucha diversión, mucha transgresión, poco compromiso. También es posible que nos hayamos convertido en gente que teme demasiado al amor. Abandonamos, antes de que nos abandonen, y por eso nos resistimos a sellar un compromiso.

No hay comentarios:

Publicar un comentario