jueves, 9 de noviembre de 2017

VIOLENCIA DE GENERO EN LA PAREJA




Durante siglos, las mujeres han experimentado diversos tipos de violencia por el hecho de ser mujeres. La violencia contra las mujeres no es una realidad nueva, a pesar de su actual difusión mediática. Lo que es nuevo son las nuevas perspectivas, el nuevo significado y la deslegitimación.
La  violencia de género en la pareja no es un problema que afecte exclusivamente al ámbito privado. Al contrario, se manifiesta como el símbolo más brutal de la desigualdad existente en nuestra sociedad.
No podemos obviar que se trata de la punta del iceberg, es la violencia visible. Sin embargo, existen otros tipos de violencia menos visibles que contribuyen a reforzar la violencia visible y directa.

Tipos de Violencia

La violencia es un problema inherente en toda sociedad, con múltiples manifestaciones y formas.
Considerando las implicaciones psicológicas podemos hablar de dos tipos de violencia:

Violencia expresiva

Su objetivo es la expresión de emociones tales como la rabia, ira, miedo, etc; que no se expresan de forma funcional debido a la existencia de déficits de diversa naturaleza. Estos déficits pueden ser la falta de habilidades comunicacionales y asertivas, un bajo control de impulsos, etc.
La principal característica de esta violencia es su carácter simétrico, de igual a igual. Ambos miembros han recibido el mismo tipo de socialización lo que les permitirá enfrentarse en las mismas condiciones. Por lo tanto su conducta será socialmente valorada de igual forma. Por ejemplo, dos amigos/as que se agreden físicamente.

Violencia instrumental

Su finalidad es mantener el control y el dominio mediante el uso de la fuerza.
El objetivo no es el daño en sí mismo sino el efecto de sometimiento que produce. Se caracteriza por su carácter asimétrico. Ambos miembros han recibido diferente tipo de socialización, desigualdad de condiciones y la valoración social de esa conducta será desigual. Un ejemplo de ello es la violencia de género.
La finalidad en la violencia de género es mantener el control y/o dominio en una relación desigual, en la que ambos miembros han recibido diferente socialización.
El concepto de violencia de género procede de la  traducción del término inglés “gender violence”. Este término fue empleado de forma generalizada a partir de los años 90 y ha sido definido por diversos autores.
Enrique Echeburúa indica que la violencia de género agrupa todas las formas de violencia que el hombre ejerce sobre la mujer por su rol de género.
Violencias tales como la violencia sexual, tráfico de mujeres, explotación sexual, mutilación genital, acoso laboral, etc., con independencia del tipo de relaciones interpersonales que mantengan agresor y víctima.
Autoras como Esperanza Bosch, Victoria Ferrer y Aina Alzamora, definen la violencia de género como la violencia ejercida por los hombres contra las mujeres por hecho de serlo y por la posición social que ocupan en función de su condición de mujeres en la sociedad patriarcal. Se trata de aquella violencia debida a los condicionantes que introduce el género.
El elemento común en todas las definiciones es que la violencia de género es la violencia ejercida contra las mujeres por el único hecho de ser mujeres. Además, pretende a través del carácter instrumental de la misma, la reproducción de relaciones desiguales que sitúen y perpetúen la posición de la mujer en inferioridad.


Tipos de Violencia de género en la pareja

La violencia de género en la pareja implica cualquier comportamiento hostil, consciente e intencional (no accidental) que, tanto por acción como por inhibición, produzca en la persona maltratada un daño.
En líneas generales, se observan tres tipos de violencia en la pareja:

Violencia psicológica

Aquellos actos y/o conductas que producen sentimiento o desvalorización en la mujer. Comportamientos tales como: humillación, ridiculización, amenazas verbales, insultos, posesividad, celos, aislamiento a nivel económico y/o social, destrucción o daño de propiedades personales a las que se les tiene afecto, etc.

Violencia física

Cualquier acto no accidental que provoque o pueda provocar daños físicos. Comportamientos tales como abofetear, empujar, golpear con puños u objetos, patear, morder, arrojar objetos, emplear un arma, etc.

Violencia sexual

Aquellos actos que implican una imposición de contacto sexual contra la voluntad de la mujer mediante intimidación o coacción. Comportamientos tales como abuso, vejaciones, actos sexuales humillantes, violencia en el acto sexual, etc.
Los diversos tipos de violencia pueden darse por separado o de forma simultánea combinados entre ellos.  También es importante considerar la violencia en su modalidad pasiva. Este tipo de violencia está caracterizada por aquellos comportamientos que adoptan la forma de abandono. Entendido como el trato negligente que deriva en la desatención de las necesidades físicas, psíquicas o sociales de la víctima.


El ciclo de la violencia de género

En 1979 Lenore E. Walker a través de diversas investigaciones realizadas con las mujeres maltratadas que acudían a su consulta y relataban como era la relación con sus parejas, descubrió un patrón común, el ciclo de la violencia de género.
La teoría del ciclo de la violencia de género proviene de la edificación de la tensión en estas relaciones y comprende tres fases:

Fase de acumulación de tensión

Se produce un aumento de tensión en la relación. Pueden iniciarse episodios menores de agresión tales como bofetadas, pellizcos, agresión verbal y/o maltrato psicológico.
En esta fase, la respuesta de la mujer se centrará en intentar calmar al maltratador, permitiendo el abuso de forma que implique el menor daño comparativamente.
Los intentos de calmar al agresor son un arma de doble filo. A través de las conductas apaciguadoras puede legitimarse la creencia en el hombre de que tiene derecho a maltratarla.
La mujer intentará controlar tantos factores como pueda en su entorno, llegando a aislarse de aquellas personas que podrían ayudarla e incluso excusar el comportamiento de la pareja.
A lo largo de la progresión del ciclo, estas técnicas apaciguadoras empleadas por la mujer comenzarán a ser inefectivas. Ello producirá  el aumento y/o empeoramiento del maltrato verbal y la violencia. La inminente pérdida de control y la desesperación en ambos que aumentará la tensión.
El final de esta fase se caracterizará por una escalada repentina de tensión producida por cualquier circunstancia que surja, produciendo la explosión de violencia.
Esta violencia se caracteriza por estar fuera de control en forma de episodio de agresión aguda, que marcará el inicio de la siguiente fase.

Fase de explosión o fase de agresión aguda

Se caracteriza por ser el punto máximo de tensión que desemboca en una explosión de violencia.
En esta fase, el nivel de violencia se ha incrementado diferenciándose de los episodios de agresiones menores por el descontrol, daño y brutalidad de la agresión.
Este episodio es experimentado por la mujer como inevitable, como una pérdida de control, sabe que no puede razonar con él, y suelen experimentar la sensación de estar ausente del ataque y del dolor. Se sienten psicológicamente atrapadas y no oponen resistencia a la violencia por el miedo y la paralización.
Cuando el episodio de agresión finaliza, se inicia la tercera fase. No obstante, a lo largo de la relación y de las sucesivas repeticiones del ciclo de violencia, esta fase de explosión irá aumentando en intensidad.

Fase de arrepentimiento o luna de miel

También ha sido denominada como fase de calma y cariño. Está determinada por la desaparición de la tensión y la violencia, percibida por ambos miembros de la pareja como un alivio.
En esta fase se produce un cambio de actitud y de conducta en el agresor. Éste se muestra cariñoso, afectuoso y arrepentido con la mujer. Su objetivo es reparar el comportamiento violento.
Se muestra complaciente y desvalido con el fin de lograr la aprobación y apoyo de ella. Incluso suele prometer que cambiará, que con la ayuda de ella podrá curarse y que sin ella no es nada.
La mujer maltratada intentará mantener la ilusión de felicidad. Se convencerá a sí misma de que el episodio de violencia no se repetirá, perdonando al maltratador.
Es en esta fase formada por el arrepentimiento amoroso, cuando más se victimiza psicológicamente a la mujer, ya que se genera una ilusión de interdependencia. Se produce una dependencia mutua: en la mujer por las conductas afectuosas de él y en el hombre por la búsqueda del perdón de ella.
Al finalizar esta fase, el ciclo se reinicia repitiéndose el patrón pero variando la duración de cada una de las fases.
Aquí, las fases de acumulación de tensión y de arrepentimiento progresivamente aparecerán con una duración menor. Hasta el punto en que la fase de arrepentimiento llegue a desaparecer, convirtiéndose la relación tóxica en una fase de explosión continua.
Por lo tanto, si pretendemos combatir, eliminar y deslegitimar la violencia de género, resulta fundamental tomar consciencia y analizar el significado de este tipo de violencia, de las características que definen cada acto violento, y las fases en las que se manifiesta.
Estos aspectos permitirán avanzar hacia una mayor concienciación de que no se trata de un problema aislado. Te permitirá identificar si estás siendo víctima de malos tratos y prevenir posibles situaciones de violencia en futuras relaciones de pareja.


Consecuencias de la violencia de género

Las mujeres intentan activamente superar la situación y abandonar la relación. Sin embargo, un número elevado de mujeres continúa en la relación produciéndose con el transcurso del tiempo diversas consecuencias y respuestas emocionales que pueden evolucionar de distintas formas.
Al comienzo de la relación, el maltrato surge de forma sutil e incluso de forma imperceptible (desvalorizaciones frecuentes, conductas de control, etc.). Esto producirá en la víctima un acostumbramiento progresivo a la violencia, considerándolo como algo intrínseco a la vida de pareja.
Este efecto ha sido denominado como el síndrome de acomodación al maltrato.
Desde el punto de vista cognitivo la mujer tiende a minimizar y/o a negar tanto los malos tratos que sufre como su victimización y por ejemplo, puede pensar que en todas las parejas hay roces.
Uno de los factores que contribuye a que la mujer continúe en la relación es que considere que su pareja puede cambiar. Este esfuerzo por parte de la víctima puede hacer que soporte la convivencia durante años.

Cuando la violencia se ha establecido de forma crónica, se mezcla con periodos de arrepentimiento y ternura. Estos periodos pueden producir dependencia emocional, también denominada apego paradójico.
En esta segunda fase, las mujeres suelen considerar que deben seguir luchando para conseguir que su pareja cambie. De esta manera se sobrevaloran las posibilidades reales de cambio.

En la tercera fase del ciclo la mujer empieza a percibir la violencia como algo incontrolable. Pierde la esperanza en el cambio. Comienza a desconfiar de su capacidad para abandonar la relación.
Los factores mencionados en cada una de las fases del ciclo de la violencia disminuyen las probabilidades de que la mujer pueda abandonar la relación.
La exposición crónica a la violencia producirá múltiples consecuencias a nivel físico, psicológico y social. Ambas suponen un elevado factor de riesgo para la salud.
Las consecuencias físicas de la violencia implican tanto aquellas heridas y traumatismos sufridos que requieren asistencia médica como aquellas respuestas físicas producidas por el estrés causado por la exposición a la violencia en la relación.

Consecuencias físicas

  • Inmediatas: aquellas producidas tras la agresión, tales como lesiones físicas y aquellos síntomas que se producen como respuesta física ante el estrés soportado, por ejemplo dolores de cabeza, sensación de fatiga crónica, problemas gastrointestinales, etc.
  • A largo plazo: producidas por la exposición a la violencia crónica. Son aquellas enfermedades psicosomáticas o médicas tales como trastornos inmunológicos, respiratorios, endocrinos, cardiovasculares, ginecológicos, etc. y las secuelas físicas a nivel anatómico, funcional y/o estético.
  • La muerte de la víctima: puede producirse de forma inmediata (durante un episodio de maltrato, un homicidio premeditado, etc.) o tardía (a lo largo del tiempo derivada de las secuelas producidas por el maltrato).
Entre las consecuencias físicas en mujeres víctimas de violencia física y/o sexual, cabe  destacar:
  • Lesiones físicas: Cortes, heridas, quemaduras, mordeduras, hematomas, rotura de huesos. Déficit neuropsicológicos como consecuencia de los golpes, centradas específicamente en las zonas de la cabeza, tronco, cuello, pecho, tórax y abdomen.
  • Consecuencias en la sexualidad y/o en la salud reproductiva: tales como deseo sexual inhibido o ausencia total del deseo. Anorgasmia. Temor a la actividad sexual. Trastornos ginecológicos, embarazos no deseados y/o complicaciones en el embarazo.
  • Consecuencias fatales: mortalidad relacionada con la mortalidad maternal, sida, homicidio y suicidio.
A nivel psicológico, las consecuencias de la exposición continua al maltrato pueden resultar devastadoras para la estabilidad emocional de la víctima.
Se ha observado una alta prevalencia de trastorno de estrés postraumático y otras alteraciones como depresión, ansiedad, etc, que son producidas como reacción psicológica a la violencia crónica y no se tratan de limitaciones que vengan determinadas por la personalidad de la víctima. Estás alteraciones psicológicas producen inadaptación a la vida diaria e interfieren en el funcionamiento cotidiano.
Las consecuencias psicológicas pueden clasificarse en cognitivas, afectivas y comportamentales o sociales.

Consecuencias cognitivas

  • Negación del maltrato y/o minimización de violencia que sufre.
  • Modificación en los esquemas cognitivos. Se producen cambios en las creencias sobre sí misma, las otras personas y sobre el mundo.
  • Autoevaluaciones negativas.
  • Ideas de desconfianza y suspicacia.
  • Errores perceptivos sobre ellas mismas, las otras personas y el mundo.
  • Disminución de la atención, concentración y de la memoria.
  • Episodios disociativos transitorios, sensación de daño psíquico permanente, sensación de ser completamente diferente a otras personas y despersonalización.
  • Alteraciones en el sistema de significados: Apatía. Desmotivación para cambiar o mejorar. Bloqueo en la toma de decisiones. Negatividad y catastrofismo sobre su futuro.
  • Ideas de muerte y/o de suicidio.

Consecuencias Emocionales y afectiva

Trastornos de ansiedad (Trastorno obsesivo-compulsivo. Fobia específica. Trastorno de ansiedad generalizada. Crisis de pánico. Agorafobia) Disforia persistente (estado de insatisfacción, ansiedad o inquietud). Trastorno de estrés postraumático, indefensión aprendida y/o síndrome de adaptación paradójica.
  • Baja autoestima y bajo autoconcepto: infravaloración, sentimientos de incapacidad e inutilidad, de fracaso, visión negativa y catastrófica sobre sí misma.
  • Anhedonia: incapacidad de sentirse queridas.
  • Vulnerabilidad y dependencia afectiva.
  • Ira y rabia.
  • Sentimientos de vergüenza sobre sí misma por los abusos experimentados.
  • Autoculpabilización: por sentir que ha podido causar, no ha sido capaz de parar y/o tolerar los malos tratos.
  • Depresión, sentimientos de tristeza, desamparo, desesperanza.
  • Alteraciones del sueño (insomnio, hipersomnia, pesadillas, terrores nocturnos).
  • Impulsos suicidas.

Consecuencias comportamentales y sociales

  • Evitación y asilamiento de su familia, amigos y redes sociales.
  • Hipervigilancia y/o desconfianza persistente.
  • Ansiedad y/o miedo al iniciar o mantener relaciones con otras personas.
  • Desinterés, desmotivación y evitación de lugares y actividades que realizaban y/o frecuentaban con anterioridad.
  • Disminución de habilidades sociales de comunicación e interpersonales.
  • Déficit en la solución de problemas cotidianos y déficit en asertividad, acompañados de sentimientos de inseguridad, conductas condescendientes y/o pasivas y/o reacciones de ira desadaptativas.
  • Aumento de la probabilidad de conductas adictivas: consumo de alcohol, psicofármacos y otras drogas.
  • Aumento en la probabilidad de padecer conductas compulsivas (limpieza, alimenticias, compras, juego…)
  • Conductas de riesgo físico excesivo, intentos o planificación de suicidio.
  • Victimización de otras personas. Desvía la culpabilización o la rabia que se tendría que dirigir al agresor, hacia sí misma o hacia otras.
Estas consecuencias ocasionan problemas de salud tanto a nivel físico como psicológico. Se trata de unas consecuencias que pueden perdurar años incluso tras haber conseguido salir de la relación
Todos estos factores, considerados en su conjunto, dificultan la búsqueda de ayuda externa.  Muchas mujeres que experimentan esta violencia no solicitan asistencia sanitaria, ni a las autoridades competentes ni a denunciar lo sucedido.
Es importante considerar las consecuencias de la violencia de género. Uno de los elementos diferenciadores de esta violencia de otros tipos de violencia radica en las consecuencias.
Entender los efectos permitirá a los profesionales de los distintos ámbitos de actuación a realizar una intervención más ajustada. De esta manera se evitan mitos sobre la violencia de género que aún persisten en nuestra sociedad. Son falsas creencias que obstaculizan la intervención. Además inducen a la justificación de la violencia produciendo la victimización de las víctimas. Esto también se denomina victimización secundaria.



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